El viernes 23 de marzo, a las 20 horas, y en el marco del concierto inaugural del CMCET, tendremos la oportunidad de ver el nacimiento de una nueva obra, la que ha sido compuesta por Esteban Sanz Vélez por encargo de este concurso y que será interpretada por los magistrales músicos Miguel Trápaga, guitarra, y Iagoba Fanlo, violonchello. Su compositor nos envía una pequeña reflexión sobre el proceso creativo.
‘Imprevisto reloj’
‘Imprevisto reloj’
Esteban Sanz Vélez |
Hacia finales del verano de
2017 recibo de mis amigos del Concurso de Música de Cámara Ecoparque de
Trasmiera (CMCET), con los que tantas veces y tan gustosamente he colaborado,
el encargo de una obra para cello y guitarra que deberán estrenar en su XVI edición
(2018) Iagoba Fanlo y Miguel Trápaga. Hacia finales de diciembre me pongo a la
tarea. Justo por entonces estoy empezando a leer ‘Siete pasos más tarde’, libro
recién publicado por mi buena amiga la escritora Menchu Gutiérrez, mitad ensayo
mitad elaboración poética acerca del tiempo, de su esencia, su cómputo, de la imposibilidad de atraparlo, de las mil formas de
intentarlo... Y, sin darme cuenta, mi obra, que finalmente se titulará
‘Imprevisto reloj’, va fraguando mientras leo. Escribo pruebas, fragmentos, borradores…
y en un punto determinado del proceso me topo con este pasaje del libro de
Menchu: “Cierto día, de paseo por el bosque, el poeta Tomas Tranströmer
descubre un inesperado reloj: sobre una roca cubierta de líquenes, el sol arroja
la sombra del tronco de un pino, y la convierte en la aguja que marca las
horas; por su parte, las hormigas que avanzan afanosas por la superficie de la
roca pasan a representar la aguja del segundero (…). Vemos la sombra recta del
pino, la hora, los segundos nerviosos de las hormigas y el tiempo concentrado
en el interior del poeta, como si fuera una bola de calor, un nuevo órgano –como
el hígado o el corazón–, un órgano para detener el tiempo y hacer digestión de
él”. Acaba de desvelárseme el “asunto” de mi obra. Ignoraba yo acerca de qué
estaba escribiendo pero ahora sé con total seguridad que “era sobre esto”… Con
gran excitación, consulto a Menchu la procedencia del poema. Ella, por su personal
manera de construir sus ensayos poéticos, no acierta a dar con el texto en
cuestión; me envía otro que podría tener relación, aclarando –casi
disculpándose– que “quizá simplemente me quedé con la emoción de la imagen del
pino y de las hormigas y construí casi todo el sentido, en gran parte nuevo”. Yo, sin embargo, no consigo
resignarme. Busco, rebusco y, finalmente, doy con el poema original del poeta
sueco. Pertenece a ‘Bálticos’ (1974). Se trata, en concreto, del nº IV, y es
uno de esos “primeros planos” en que se fija, mejor dicho, que “captura”
Tranströmer, con esa sensibilidad tan particular suya, en el transcurso de un paseo
por “la parte al abrigo del viento”. Dice así:
Rocas. Allí
por los líquenes calientes al sol corretean los insectos, tienen prisa como la
aguja del segundero -el pino proyecta su sombra, se mueve con la lentitud de la
manecilla de las horas-, dentro de mí el tiempo está inmóvil, tiempo
interminable, el tiempo necesario para olvidar todos los idiomas e inventar el
perpetuum mobile.
‘Imprevisto reloj’ tiene una duración aproximada de 7 minutos y está
dedicada a los dos magníficos intérpretes con los que tiene la suerte de contar
para ser oída por primera vez, para venir al mundo desde no sé bien qué parte
del tiempo: mis admirados y queridos Iagoba y Miguel; Fanlo y Trápaga.
Esteban Sanz Vélez, 20 de marzo de 2018
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