21/3/18

"IMPREVISTO RELOJ" COMENTARIO DE ESTEBAN SANZ VÉLEZ



El viernes 23 de marzo, a las 20 horas, y en el marco del concierto inaugural del CMCET, tendremos la oportunidad de ver el nacimiento de una nueva obra, la que ha sido compuesta por Esteban Sanz Vélez por encargo de este concurso y que será interpretada por los magistrales músicos Miguel Trápaga, guitarra, y Iagoba Fanlo, violonchello. Su compositor nos envía una pequeña reflexión sobre el proceso creativo.

‘Imprevisto reloj’

Esteban Sanz Vélez
Hacia finales del verano de 2017 recibo de mis amigos del Concurso de Música de Cámara Ecoparque de Trasmiera (CMCET), con los que tantas veces y tan gustosamente he colaborado, el encargo de una obra para cello y guitarra que deberán estrenar en su XVI edición (2018) Iagoba Fanlo y Miguel Trápaga. Hacia finales de diciembre me pongo a la tarea. Justo por entonces estoy empezando a leer ‘Siete pasos más tarde’, libro recién publicado por mi buena amiga la escritora Menchu Gutiérrez, mitad ensayo mitad elaboración poética acerca del tiempo, de su esencia, su cómputo, de la imposibilidad de atraparlo, de las mil formas de intentarlo... Y, sin darme cuenta, mi obra, que finalmente se titulará ‘Imprevisto reloj’, va fraguando mientras leo. Escribo pruebas, fragmentos, borradores… y en un punto determinado del proceso me topo con este pasaje del libro de Menchu: “Cierto día, de paseo por el bosque, el poeta Tomas Tranströmer descubre un inesperado reloj: sobre una roca cubierta de líquenes, el sol arroja la sombra del tronco de un pino, y la convierte en la aguja que marca las horas; por su parte, las hormigas que avanzan afanosas por la superficie de la roca pasan a representar la aguja del segundero (…). Vemos la sombra recta del pino, la hora, los segundos nerviosos de las hormigas y el tiempo concentrado en el interior del poeta, como si fuera una bola de calor, un nuevo órgano –como el hígado o el corazón–, un órgano para detener el tiempo y hacer digestión de él”. Acaba de desvelárseme el “asunto” de mi obra. Ignoraba yo acerca de qué estaba escribiendo pero ahora sé con total seguridad que “era sobre esto”… Con gran excitación, consulto a Menchu la procedencia del poema. Ella, por su personal manera de construir sus ensayos poéticos, no acierta a dar con el texto en cuestión; me envía otro que podría tener relación, aclarando –casi disculpándose– que “quizá simplemente me quedé con la emoción de la imagen del pino y de las hormigas y construí casi todo el sentido, en gran parte nuevo”. Yo, sin embargo, no consigo resignarme. Busco, rebusco y, finalmente, doy con el poema original del poeta sueco. Pertenece a ‘Bálticos’ (1974). Se trata, en concreto, del nº IV, y es uno de esos “primeros planos” en que se fija, mejor dicho, que “captura” Tranströmer, con esa sensibilidad tan particular suya, en el transcurso de un paseo por “la parte al abrigo del viento”. Dice así:

Rocas. Allí por los líquenes calientes al sol corretean los insectos, tienen prisa como la aguja del segundero -el pino proyecta su sombra, se mueve con la lentitud de la manecilla de las horas-, dentro de mí el tiempo está inmóvil, tiempo interminable, el tiempo necesario para olvidar todos los idiomas e inventar el perpetuum mobile.

‘Imprevisto reloj’ tiene una duración aproximada de 7 minutos y está dedicada a los dos magníficos intérpretes con los que tiene la suerte de contar para ser oída por primera vez, para venir al mundo desde no sé bien qué parte del tiempo: mis admirados y queridos Iagoba y Miguel; Fanlo y Trápaga.

Esteban Sanz Vélez, 20 de marzo de 2018

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